"Cansadas de los ruidos, del ritmo frenético y el stress de la ciudad, dos almas inquietas anhelaban un refugio donde el tiempo se detuviera. Así, con sueños en los bolsillos y la brisa marina como guía, encontraron un tranquilo rincón en el Caribe. Con manos llenas de esperanza, lo restauraron, convirtiéndolo en un santuario donde el mar y la tierra se unían para ofrecer paz a quienes buscaban un respiro. Allí, entre hamacas y cocoteros, el tiempo se volvió eterno y las almas, libres"
Juan José, con su sonrisa cálida y su don para la conversación, recibe a cada huésped como a un viejo amigo. Max, un perrito amigable de mirada tierna, los saluda moviendo su colita, mientras los gatos, guardianes silenciosos, crean una atmósfera de hogar que invita a la relajación, donde el aroma a café recién hecho se mezcla con el sonido del mar y los alegres cantos de los pájaros
Lupe
Gata
Trululú